sábado, 10 de octubre de 2015

La Mirada de Todos | “Aves de rapiña”

Por: José Gregorio Vielma Mora

En realidad las fuerzas opositoras al gobierno de Nicolás Maduro son muy predecibles. Uno no sabe si la facilidad de lectura que ofrece la MUD –antes Coordinadora Democrática- obedece una especie de “experticia” alcanzada por nosotros, los chavistas, después de tantos años de confrontar con la atípica derecha venezolana o porque sus malos cálculos políticos, sus actitudes, posiciones y comportamientos siempre tienen la misma base de fondo. Me inclino por pensar lo segundo como causalidad de tantos fracasos y desaciertos.
Veamos por ejemplo, ¿Cuál es el comportamiento de la MUD y sus voceros de cara a las próximas elecciones?. Como siempre, ya dan como un hecho el triunfo de la derecha en la Asamblea Nacional, de nuevo construyen una falsa realidad y dan una perspectiva a sus seguidores de una victoria inexorable. Hemos visto estos en más de 17 ocasiones en estos últimos 16 años y los resultados siempre –a excepción del 2007- le han sido contrarios. Es por ello que, siempre recurren al recurso de cantar fraude y al no reconocimiento del triunfo de la revolución.

En esta oportunidad tienen esa misma actitud, ese mal cálculo. Se engañan en un pequeño círculo de equívocas percepciones que les hace construir una falsa realidad.  Incluso podría decir que hasta sus más altos dirigentes se convencen de ello. Será por eso que no salen a buscar votos, a contactar al electorado, al pueblo. Como se la pasan criticando al gobierno sin plantear soluciones, mejor dicho, ni siquiera conocer verdaderamente los problemas nacionales, son incapaces de articular reales e inteligentes propuestas. Se conforman con jugar al fracaso del gobierno, como aves de rapiña esperan y desean que su propio país se hunda en el caos.

No cambian, eso es lamentable. Porque si bien es cierto que, su torpe política le facilita el camino al gobierno bolivariano, no es en ningún caso beneficioso para nuestro país, contar con esos grupos políticos de oposición que no han permitido madurar totalmente a nuestro sistema político formulado en nuestra Constitución Bolivariana. Claro está, deben criticar al gobierno, ese es el papel de toda fuerza que aspire y no detente el poder, pero la estrategia de ensalzar, aplaudir y estimular los problemas que sufrimos todas las venezolanas y venezolanos, ya es caer en la actitud política más despreciable y menos beneficiosa a nuestra nación.

Tienen 17 años viendo el final de la revolución bolivariana a la vuelta de la esquina. El inmediatismo y la superficialidad de su análisis político los llevan al mismo despeñadero. Ya están creando la expectativa al pueblo opositor que, un triunfo de la oposición en la Asamblea Nacional, implica el fin del gobierno de Nicolás Maduro, como si Venezuela tuviese un régimen parlamentarista como el español o el inglés.  Nuevamente subestiman al pueblo venezolano a quién siempre tratan como ignorante al plantearle estos escenarios. Amenazan a los chavistas como si la sed de venganza de la “rapiña” fuese insaciable. Se comportan como bestias y destilan un odio con rencor profundo que nada tiene que ver con la POLÍTICA.

Los candidatos a la Asamblea Nacional de la derecha en San Cristóbal son un reflejo de estas penosas características. La “Unidad” en el Táchira no sale a convencer a la gente. Quieren curules sin esfuerzo. Apuestan al camino fácil de llegar por “descontento” del electorado sin percatarse de la profunda decepción que ellos mismos, han generado hasta en la gente que los sigue. Quieren cargos electivos para seguir con el fácil oficio de “oposit@r faranduler@” como suele ser la alcaldesa de San Cristóbal y todo su tren directivo. Cobrar sin trabajar, pero eso sí, estar presentes en los medios para criticar al gobierno y con eso “justifican el sueldo”. Eso y nada más,  porque la esperanza de quiénes votaron por ellos siempre queda defraudada.

Sigan creyendo que se convertirán en creyón. Nuevamente tendrán que recurrir al recurso de cantar fraude pero esperamos que esta vez no utilicen la sangre de nuestro pueblo vertida en las calles para justificar un nuevo fracaso.

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