Por: José Gregorio Vielma Mora La derecha venezolana definitivamente perdió la vergüenza y la decencia. En esta recta final hacia las elecciones legislativas del 6D lucen desesperados como siempre. Sus voceros ya no pueden esconder, detrás de un triunfalismo, la ansiedad por la nueva derrota que les espera. Desde hace ya varios años perdieron la postura política y, hoy día como siempre, se comportan estúpidamente en lo interno, sin mensajes, sin propuestas, argumentando “un cambio” como consigna sin explicar sus alcances y dirección.
Como artistas de farándula en alfombra roja, apenas se muestran en la calle para publicar fotos en las redes sociales de sus “campañas express” sin llegarle al pueblo votante. Siguen cometiendo el error de utilizar la media como único recurso de hacer “’política”. En realidad también es poco lo que pueden hacer con las aspirantes que presentan a Venezuela. Los candidatos por el estado Táchira son tal vez los más penosos de toda esa lista de oportunistas. Sus credenciales son pocas y por ello, su experiencia inexistente.
Son tan malos candidatos que esta vez no consiguieron suficiente financiamiento a sus campañas. Los financistas internacionales apuestan ahora por otra estrategia. Las candidatas y candidatos de la oposición parecen estar en el exterior. Se reflejan en presidentes latinoamericanos con gestiones grises y corruptas, en periodistas de medios internacionales dedicados todo el tiempo a hablar mal del gobierno de Nicolás Maduro y, en consecuencia, de nuestro país y en cualquier oportunista que quiera ganarse una plata jugando este rol denigrando de nuestra Patria y de nuestro pueblo.
El más reciente personaje tarifado es el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) Luis Almagro, quien tuvo la osadía de enviarle una carta a nuestra presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, atribuyéndose un papel para el cual no fue seleccionado en ese cargo. Este mequetrefe de los EEUU, quien hace poco era de tendencia izquierdista e inexplicablemente saltó la talanquera ideológica, para convertirse en un alto vocero de la derecha internacional, cometió la afrenta de calificar a una de nuestras altas instituciones. Ni siquiera el farsante de César Gaviria ni el anterior Secretario General, José Miguel Insulza, llegaron a ese grosero nivel de injerencia. Los secretarios generales de esos organismos multilaterales deben tener posiciones mesuradas y nunca convertirse en actores políticos, presionando una “observación internacional” a nuestras elecciones que son las más transparentes del mundo. Sus declaraciones hacia el gobierno venezolano en estos últimos meses lo desautorizaron completamente. Es por ello, que el expresidente de Uruguay, Pépe Mujica, los despidió vergonzosamente del lado de los principios y la decencia.
Pero más sorprendente es el pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia Chilena sobre Venezuela. ¿Cuándo se ha visto que un alto tribunal de un país haga pronunciamientos políticos sobre otro? Además ¿Qué moral puede tener una administración de justicia que dejó impune a los cientos de asesinos del pueblo chileno durante la dictadura de Augusto Pinochet? Más que una estrategia política es una desvergüenza de la derecha latinoamericana. Este alto tribunal chileno debería encargarse de condenar a los responsables de la cruenta represión estudiantil del saliente gobierno de Sebastián Piñera. Esas magistradas y magistrados representan una institución que permitió a uno de los dictadores más asesinos de América Latina –Pinochet- morir tranquilamente de viejo en su residencia mientras miles de familias chilenas clamaban justicia por sus hijas e hijos muertos por esa cruel dictadura.
Y en los días que faltan seguiremos viendo cosas nunca vistas porque nuestra oposición no reside en el país. Ese grupo de payasos y payasas encabezados por el Chúo Torrealba, el “payaso mayor” requieren de esos apoyos internacionales para tratar de alcanzar sus objetivos. Mientras tanto, uno no deja de preguntarse, ¿Cuál será el costo de estos apoyos para un supuesto negado gobierno de la derecha venezolana? Seguramente muy alto y esa deuda sería resarcida con nuestro petróleo, con todo el presupuesto dedicado por este gobierno a políticas sociales, con la privatización de los servicios públicos, en definitiva, se lanzarían contra nuestra Patria como aves carroñeras para el cobro de esos “favores”. Esos actores internacionales no son defensores de la democracia, ni mucho menos, en realidad son los agentes de unos intereses oscuros que pretenden nuestros recursos y nuestra independencia. Por fortuna, nuevamente se estrellarán con la conciencia de un pueblo que no renunciará a su libertad e independencia.
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