viernes, 31 de enero de 2014

LA GRITA SIN PARQUES RECREACIONALES


Ideas para un Táchira Posible


Por: Juan Alberto Sánchez García
Jueves 30 enero 2014 El turismo en Venezuela, al igual que el resto de los sectores de la economía, han sido históricamente un eufemismo y hasta una entelequia, pues la economía ha girado desde hace más de 100 años sobre la base de la mono producción del  Petróleo y éste ha arropado y transfigurado la economía venezolana.

Se han hecho y se siguen haciendo esfuerzos innegables para “sembrar el petróleo” pero pareciera que cada día que pasa siguen teniendo la razón,  Juan Pablo Pérez Alfonso y Domingo Alberto Rangel, con aquel libro “hundiéndonos en los excrementos del diablo” magnífico documento publicado hace más de treinta años y que nos retrató la situación económica, política y social que vivía la Venezuela de entonces, con el asombro  de que luego de esa brecha de tiempo y entrados ya en el siglo XXI, seguimos entrampados con una situación parecida, pero con otras variables.

El turismo, venimos oyéndolo  hace muchos años, es la “industria sin chimenea” países como España se dieron el lujo en los años 80 de recibir por concepto de turismo lo que Venezuela recibió en ese mismo momento por ingresos de  petróleo, que es mucho decir.
Aquí hay estudios, proyectos y las soluciones teóricas y viables para emprender un desarrollo turístico, podría decirse que contamos con todo para ello, pero sigue habiendo una distorsión en la economía que impide que esto sea posible y una realidad tangible.
Vamos al patio de La Grita, esta comarca ya cuenta con unos de 50 mil habitantes, que demandan bienes y servicios para satisfacer sus necesidades recreacionales y combatir  el ocio, además de la visita de turistas del resto del país, pero lamentablemente el desarrollo turístico de Jáuregui, no marcha al ritmo de las necesidades de la población.

Haciendo un inventario ligero podemos observar que el municipio Jáuregui en general y La Grita como capital, no cuentan con suficientes instalaciones turísticas que oferten servicios de recreación; solo los emprendedores privados vienen haciendo el esfuerzo de construir infraestructura con muy poco apoyo de la banca privada y pública y más bien se hace con ahorros familiares, con cambios de la actividad económica que venían desempeñando y con la mira puesta en la actividad turística como generadora de bienestar.

El estado venezolano cuenta con una novedosa ley Orgánica de Turismo, cuyo espíritu principal que la inspira es la promoción, el incentivo al sector turismo, como alternativa de diversificar la economía mono productora de Venezuela y el aprovechamiento de potencialidades naturales y humanas con que cuenta el país; pero igualmente la ley le exige el uno por ciento de sus ingresos a los prestadores de servicios turísticos, que bien pudieran luego reinvertirse en los propios proyectos turísticos locales.

Sin embargo se hace pesado el paquidermo de la economía venezolana para vencer obstáculos y poder irrumpir con la actividad turística, que genere empleo digno y estable, que diversifique la economía y que eleve la calidad de vida de sus ciudadanos.

La Grita prácticamente no cuenta con parques recreacionales que sirvan de apoyo a la actividad turística de las posadas y los hoteles, tenemos como ejemplo “El Parque Boset” conocido como “las Porqueras” icono de muchos de los visitantes a La Grita, lugar público de esparcimiento en situaciones realmente lamentables, su deterioro es notorio, la vegetación natural como el pasto kikuyo que lo adorna, está muriendo, las caminerías desapareciendo por filtraciones de agua, los servicios públicos de los baños en deplorables condiciones, los juegos mecánicos convirtiéndose ya en un peligro, la quebrada que pasa por el parque  ha disminuido drásticamente su caudal y la calidad del agua, porque aguas arriba del parque, la han venido represando los agricultores para sus labores agrícolas,  amén de los altos niveles de contaminación que hoy debe tener esa quebrada por el uso abusivo, indiscriminado y hasta irresponsable de plaguicidas;  ahí mismo en el parque instalaron una tubería que drena sus aguas residuales a la propia quebrada, y hay un cobro privado de 100 bolívares por el uso de un kiosco, con el argumento de que es para mantenimiento.

Lógicamente que algún mantenimiento le harán como barrer, recoger la basura que producen los visitantes, pero más nada pueden hacer, pues ese parque tan importante para los gritenses y los visitantes, tiene que tener una categoría de una obra pública con mantenimiento  y cuidado por parte del Estado, léase gobierno nacional a través de INPARQUES, Gobernación con COTATUR y la alcaldía del municipio Jáuregui con su dirección de turismo.  

Es urgente que la nueva gestión administrativa del municipio Jáuregui, promueva un proyecto con sus respectivos programas de rescate y mantenimiento de los parque públicos del municipio, así como ir estudiando la construcción de nuevos espacios recreacionales públicos; y que pronto veamos los llamados parques biosaludables; el mundo de hoy se mueve mucho en la dirección hacia la actividad  recreativa y de combatir el ocio hasta ganarle la batalla, además en Venezuela se viene acentuando el turismo interno que vale la pena aprovechar para dinamizar la economía de los pueblos.
La Grita tiene potencialidades turísticas de valía que deben ser aprovechadas, unidas al turismo que algunos denominan religioso, pues allí se construye un Santuario al Santo Cristo de La Grita, obra de mucha importancia para seguir sembrando la fe y el apego de los feligreses y ser en el buen sentido de la palabra, palanca del desarrollo turístico jaureguino.



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