Venezuela entró en una crisis económica constante y acelerada a partir de la devaluación de su moneda el viernes 18 de Febrero de 1983, al que se llamó Viernes negro, este momento marcó la historia económica del país en un antes y un después; de ahí para acá no hemos parado en este país de vivir los vaivenes propios de una economía mono productora y además dependiente exclusivamente del petróleo, se han ensayado diferentes alternativas para salir de la crisis y nada que damos pie con bola, en eso ya lleva Venezuela unos cuantos años; el petróleo ha sido el andamiaje que ha reflotado siempre los desaciertos con las medidas económicas tomadas y gracias al oro negro, Venezuela ha mantenido su andar con mucho vendaval, pero al fin y al cabo, saliéndole al frente a tanta dificultad económica.
Debemos hacer memoria y recordar los momentos de tanta angustia que los habitantes de frontera vivimos en los años 80 y cercanos a los 90, luego del viernes negro, recuérdese los operativos montados por los gobiernos de entonces, con la corporación de mercadeo agrícola, obteniendo los mimos resultados y comentarios de hoy, no se encontraban los alimentos, había un mercado de extracción, el contrabando a la orden del día, los operativos de entonces montados por la gobernación de la época, con unos galpones allí en la zona industrial de Paramillo, llenos de alimentos y gerenciados por un secretario general de gobierno, de cuyo nombre no quiero acordarme, del cual se decía de todo, menos nada bueno.
Seria pedagógico que se revisaran los reportajes periodísticos de los Diario: La Nación, El Pueblo y Católico, donde quedaron narrados los hechos históricos de esta situación vivida por los tachirenses y los nortesantadereanos, para no seguir repitiendo la misma historia con otro escenario y actores, pero en definitiva, la misma obra teatral: El Desabastecimiento.
Los pueblos de frontera en el mundo entero siempre viven situaciones causadas por lo que le pasa al vecino y eso nosotros no lo podemos cambiar, solo podemos usar el ingenio, la creatividad y el sentido común, para irle buscando acomodo a tal o cual realidad, aprovechando las ventajas comparativas y competitivas de ambos lados de la frontera.
Da pena ajena leer en la prensa regional a voceros del gobierno y a recientes candidatos, expresarse en forma por lo demás injusta y con muy poca sindéresis, sobre la cantidad de gente colombiana viniendo al Táchira a comprar, y se le viene a uno a la memoria aquellas épocas cuando nos íbamos a Cúcuta todos los sábados y los fines de quincena con un bolívar fuerte por el que nos daban hasta 16 pesos, a comprar de todo, en Cúcuta y nunca leímos ni oímos esas opiniones, esos epítetos, las cuales nos hubiesen lógicamente ofendido mucho en nuestros sentimientos; los colombianos se limitaban a producir, a estudiar el mercado y a vender. Aquí en estos días pasados, solo faltó la propuesta de construir un muro, como el de que dividió a Alemania después de la segunda guerra mundial, para contener y controlar el contrabando y la fuga de alimentos y bienes en general, hacia Colombia.
Hoy Venezuela vive una situación económica difícil de control de cambio, de altos subsidios y una galopante inflación que diluye todos los esfuerzos que el gobierno pone en práctica etc. por lo que no puede competir con la economía colombiana, y esos son entre otros los motivos que nos llevan a tener en la zona de frontera un grave problema de desabastecimiento, pues casi todo lo demandado por el pueblo tachirense es importado y subsidiado y lógicamente a Venezuela esta situación de que sus productos se vayan a Colombia le está causando un daño económico altísimo; importar en Venezuela por ejemplo un litro de aceite de comer con dólar de 6,3 bolívares, que al compararlo con el mismo litro de aceite producido en Colombia y puesto a la venta en Cúcuta cuesta 4 o 6 veces más su precio, que el importado por Venezuela, no hay poder humano ni nadie que pueda parar que ese aceite importado por Venezuela traspase la frontera y se vaya a Colombia; todo lo que sea competitivo en precio, se seguirá yendo para Colombia, las leyes de la economía del mercado son inexorables, bajo cualquier modelo económico que se tenga.
Entonces ¿qué hacer? La única medida que puede resolver esta situación de desabastecimiento en frontera, que está disminuyendo considerablemente nuestra calidad de vida, que nos causa zozobra salir a buscar productos y no encontrarlos; no es otra que producir bienes y servicios para abastecer localmente al tachirense y aprovechar esa ventaja comparativa que hoy tiene Colombia con su moneda fuerte frente al bolívar. Si somos capaces de redefinir la visión económica y si miramos a esa masa de población del Norte de Santander como nuestros potenciales compradores, entonces será posible ver fortalecida la economía de frontera, un estado Táchira abastecido, prospero, con pequeñas, medianas y grandes industrias en plena producción y en general el país produciendo y vendiendo lo que acabará esta pesadilla por la que estamos pasando.
humogria@gmail.com
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