jueves, 10 de abril de 2014

Intolerancia Y Desabastecimiento


(Por: Juan Alberto Sánchez García) Esta porción del territorio nacional comenzó a cambiar su fisonomía psicosocial a partir del viernes 18 de febrero de 1983, momento en el que se produce la primera devaluación drástica, que marca el quiebre histórico de la economía venezolana, hasta nuestros días.

El estado Táchira y el Norte de Santander han sido y serán siempre  frontera de dos países, tienen  una economía muy particular que depende una de la otra, son una mezcla humana separada por una línea imaginaria que demarca el limite territorial, ambos grupos sociales se necesitan mutuamente y se complementan uno al otro; esto poco lo entiende Bogotá y Caracas.

Últimamente viene siendo visto este estado, como revoltoso, desadaptado, inconforme y hasta intolerante, y es posible que así lo perciban los gobernantes, pero es que  San Cristóbal en el año 2013 según cifras del BCV,  se comportó como una de las ciudades más caras del país, además de que   aquí hay que hacer cola para todo, pues la escasez y el desabastecimiento, forman ya parte de la vida cotidiana de un tachirense, que la vida ya es como la canción ranchera “no vale nada” y que cada día se van deshilachando las fortalezas y oportunidades que tiene el estado Táchira; entonces, si observaran este gris panorama, pudieran comprender de dónde viene la inconformidad que hoy muestra buena parte de la población tachirense.

El Norte de Santander con Cúcuta su ciudad capital, tiene uno de los índices de desempleo más alto de Colombia y eso presiona de diferentes  maneras a la economía tachirense, hay un intercambio comercial fronterizo con un cambio de moneda que depende del dólar paralelo, con el que juegan las casas de cambio, sin que el gobierno colombiano a través del Banco de La Republica tome alguna medida legal.

El desabastecimiento que hoy padece el Táchira, tiene mucho que ver con ese cambio ilegal peso-bolívar, que ha creado una moneda  fortalecido y le da al ciudadano colombiano capacidad de compra en este lado de la frontera venezolana, donde una altísima parte de lo consumido viene importado, trayendo como consecuencia el comúnmente llamado desabastecimiento. 

Si el país estuviera produciendo buena parte de la demanda de alimentos,  sería una ventaja competitiva el mercado del Norte de Santander, pues el intercambio comercial favorecería la balanza comercial de Venezuela con Colombia, cuestión que nunca ha sucedido en nuestra economía y no se estaría hablando de contrabando ni desabastecimiento, le estaría ingresando al país divisas por exportaciones y existiría un fluido comercio legal generador de empleo y bienestar.

Y esto es posible, pues cuenta Venezuela con la capacidad instalada y el recurso humano preparado para la producción de bienes y servicios, que hoy no aparecen en los anaqueles y que presionan para que el Táchira sufra casi que una economía de guerra y no es exageración ni visión sesgada de la situación, es que estamos mal.

El gobierno del Presidente Nicolás Maduro tiene toda la posibilidad de devolverle al Táchira su tranquilidad y cordialidad, solo con promover una fuerte inversión en las zonas industriales para reactivar la economía trachirense, llevar  la agricultura a su sitial de honor en índices de producción regional y nacional, solo esto catalizaría al Táchira hacia la prosperidad.

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