Estrategia silenciosa de dominación norteamericana (Parte
I)
(Especial-Carlos Suárez CNP. 7.116).- Para
nadie es un secreto que los gobiernos estadounidenses, siempre han tratado de
dominar al mundo, a través de estrategias malditas que arruinan el desarrollo y
las culturas de nuestros pueblos a través del terrible flagelo de Las Drogas,
es decir, esta estrategia silenciosa, no sólo les ha generado óptimos
resultados políticos y económicos, sino que han contribuido con el
enriquecimiento del poder sucio y de los bien llamados, Perros de La Guerra.
La
caída del General tachirense y nacionalista Marcos Evangelista Pérez Jiménez,
hecho ocurrido un 23 de enero de 1958, marca el inicio de la estrategia
silenciosa, en cuanto a la siembra de drogas de los gringos, en Venezuela,
preparada por la CIA, aceptada por el líder adeco Rómulo Betancourt, quien de
inmediato pasó a ser empleado de la CIA y quien ese mismo año ganó las
elecciones presidenciales y gobernó a nuestra patria desde 1959 hasta 1964.
En
otras palabras, el comienzo del gobierno adeco de Betancourt en 1959, significó
el arranque de la drogadicción, la vía más eficaz para enmudecer, entiéndase
apagar las luces de nuestros jóvenes pensantes de los barrios (hoy sectores
populares), pues la siembra de drogas se originó en Caracas y en otras
importantes ciudades pobladas de nuestro territorio nacional; ante el silencio aplastante
y cómplice de dirigentes políticos, religiosos, militares, policiales,
económicos, deportivos y culturales; es decir, dejar ver y dejar pasar de todos
los sectores de la sociedad venezolana.
Esta
estrategia de dominación silenciosa de los Estados Unidos, rápidamente comenzó
a surtir efecto en muchos rincones de Venezuela y países Latinoamericanos, especialmente en la década
de los sesenta-1960, mientras los cultivos de marihuana en Colombia
aumentaron vertiginosamente para satisfacer la demanda norteamericana a finales
de la década de los años 60 y comienzos de los 70, donde ya había un mercado
relativamente importante para el consumo doméstico desde los años 30 y 40.
Entonces,
la Marihuana se convertiría en el primer estupefaciente que adquiría la
juventud criolla a comienzos de la década de los años 60, la
cual influyó como por arte de magia en todos los extractos sociales. Herencia
maldita de los norteamericanos, que como estrategia de dominación psicológica y
política, fue generando desastrosas tragedias
en las familias venezolanas y sus respectivos
entornos.
El
surgimiento de bandas y el control por la distribución de las drogas en los
barrios, no se hizo esperar; mientras que esta arma de doble filo, conocida
como maldita marihuana, rápidamente hizo
estragos en la población más joven, especialmente, en aquellas de escasos
recursos económicos, a quienes hoy se les llama en las altas esferas sociales
de manera peyorativa “tierrudos” o “pata en el suelo”.
Surgimiento de la generación boba: todas
estas terribles consecuencias del producto total de la drogadicción, sexo y
violencia, se obtuvo como resultado la bendita metamorfosis que comenzó a
sufrir la población más joven, quienes se convirtieron en unos mantenidos en
sus hogares, pues abandonaron sus estudios, abandonaron la cultura, desapareció
el interés por el deporte; mientras copiaban al carbón las modas y modelos
provenientes de los Estados Unidos. Entiéndase, la generación boba se deja
manipular y carecen de liderazgo. En otras palabras, la Generación Boba, surge
como consecuencia del dominio silencioso de las drogas en los distintos barrios de
nuestra ciudad capital, inundada de ranchos por las condiciones de miseria,
falta de empleo y hambre, orquestados por los malditos gobiernos de turno de la
democracia representativa, a que fueron
sometidas nuestras familias residentes en los barrios más deprimidos de las ciudades
más pobladas de Venezuela. En este sentido, los antisociales, como se les
conocía a través de los medios de comunicación social del país (Prensa, Radio y
Televisión), despertó en delincuencia y violencia, en la década de los años 60,
70, 80 y 90.
Fue
así como el gobierno de los Estados Unidos, sacó sus primeras garras para
envenenar la mentalidad del noble, trabajador y luchador pueblo venezolano. De
esta forma, una de las estrategias de los gringos no se hizo esperar, pues el
dominio del Águila del Norte, se hace sentir desde 1960; a través de las
drogas, las telenovelas, la incitación al consumo de alcohol y cigarrillos,
modas, películas de guerra y violencia. A través de la pantalla chica se
introduce la publicidad subliminal, se creó la sociedad de consumo, el
homosexualismo, el lesbianismo, consumo de comida chatarra y pare usted de
contar. Todos estos desmanes fueron ocurriendo en el tiempo y en el espacio, bajo la mirada cómplice de los intelectuales
de turno, de sendos profesionales de la psicología, siquiatras, filósofos e
historiadores antipatriotas. Toda esta estrategia o más bien guerra silenciosa
se oficializó, en las capitales de los 22 estados, 2 territorios y el Distrito
Federal.
Con
las nuevas dosis de feroz guerra silenciosa y psicológica, no sólo trastornó
mentalmente al venezolano común, sino que lo desmoronó en cuanto a sus propios
sentimientos moralistas; hombres y mujeres que fueron perdiendo paulatinamente
su ética, honestidad, nacionalismo e idiosincrasia. Apatía para estudiar y hacer deporte a la vez.
Apatía para trabajar y estudiar a la vez. Asimismo, un alto porcentaje de compatriotas, sin darse
cuenta, perdieron la brújula en cuento a la Independencia de
Venezuela.
A
partir de1970 es cuando se acentúa en
Venezuela el tráfico y consumo de drogas. Coincide con cambios políticos, y
económicos en la región, originados por la revolución cubana, movimientos
estudiantiles y sindicales. Hasta 1960, en Venezuela, la marihuana no era
considerada como un problema grave, la consumían algunos adictos de los
barrios pobres, quienes eran
considerados delincuentes por la sociedad cómplice. Ya en 1962 comienza a
establecerse el criterio de enfermo a los consumidores, bajo la influencia de
Estados Unidos donde el consumo de marihuana era realmente un problema
vinculado al movimiento hippie y a la llamada Rebelión Verde, en 1967.
En
nuestro país, la rebelión era muy distinta; eran las guerrillas, organizadas
por movimientos políticos considerados subversivos. Sin embargo, el problema de
las drogas fue impuesto e importado desde Estados Unidos, no sólo a nuestro
país sino a Latinoamérica. La presión de
Estados Unidos a través de los organismos internacionales y concretamente de la
Convención Única de Viena en 1961, su interés por asesorar a nuestros gobiernos
en la creación de Divisiones contra Estupefacientes y el suministro masivo de
publicidad sobre el tema que difunden a través de sus embajadas, son elementos
claves en la creación de nuestro problema. Dicha asesoría persistió hasta el
2001, cuando el presidente Chávez hecho por tierra tales pretensiones gringas.
No obstante, el gobierno doble moral de los Estados Unidos creó la denominada
Certificación, la cual se les otorgan a aquellos países que considere que
luchan contra las drogas.
El
mercado ilícito de las drogas tardó varios años en prepararse y establecerse. El
joven de clase media comenzó el consumo, y los medios de comunicación y organismos
de seguridad del Estado venezolano iniciaron su campaña de información y
orientación que en vez de disminuirlo lo estimularon. Mientras que los
organismos encargados del control social comenzaron a montar una gran industria
para hacer frente al problema anunciado, que a su vez se transforma en
publicidad.
El verdadero
problema de la marihuana se creó a partir de 1970, mediante un programa contra
las drogas. En la División de Estupefacientes de la Policía Técnica Judicial (PTJ), donde se
comenzó a elaborar una estadística diferenciando al consumidor del traficante.
Esta policía recibe el asesoramiento del Departamento de Justicia de Estados
Unidos, además tuvo una estrecha relación con la INTERPOL.
Se
destacó el combate contra las drogas y se incrementó su presupuesto, sin
embargo el problema permaneció o se acentuó con el correr del tiempo. En 1970
surge la Dirección de Prevención del Delito, cuya función fundamental es
prevenir, mediante un despliegue publicitario de información. Lo que no se previó en ningún momento, por
ser el problema de las drogas importado e impuesto, fue las consecuencias de
esa publicidad subliminal. Publicidad que también fue importada.
La
práctica demostró que al igual que en otros países, los jóvenes no le hacen caso a esa publicidad.
La difusión de información contra las drogas fue contraria al interés original,
incitó la curiosidad y estimuló el consumo, ayudó a afianzar una cultura de las
drogas. Al ser considerado el consumidor como un enfermo, el psiquiatra
sustituyó al policía, se inauguraron, numerosos centros de tratamiento y
rehabilitación, el cual hasta finales del siglo XX, aún no se había resuelto el
problema, el cual por consiguiente siguió enlutando los hogares venezolanos. (Especial-Carlos Suárez-CNP. 7.116).-
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